Cartas al cartero. El marrón de La Roja

El marrón de La Roja

POR: PACO SANTOS

Mi fiel confidente:

espectadoresYa estamos en la Eurocopa, Oé, oé. Y yo que me he pintado la cara con nuestros colores, y ando como un Manolo el del bombo de terraza en terraza, oé, oé, gritando salvajemente a los extranjeros requemados que vuelven de la playa mis pronósticos de victorias y goleadas. Hasta que saltó el escándalo, oé, oé. Y del rojo he pasado al sonrojo.

Supongo que sabe a qué me refiero, a ese repeluzno de hoteles cinco estrellas, dinero, farra y coacción para la prostitución con menores de edad de por medio. Esa pesadilla con visos de no ser sólo un mal sueño, pues los sueños sin más no suelen dejar constancia de denuncias en comisaría ni testigos protegidos.

El pasado viernes 10 de junio, pese a todo, llegué a dudar de mi estado de vigilia cuando asistí al modo en que se trataba este asunto en el programa Estudio Estadio (en la televisión pública, oé, oé). <<Esto me duele por Del Bosque –señalaba uno de los contertulios, ante el asentimiento de los otros-, que como siempre tiene que comerse el marrón>>.

Me gustaría decir que alguien durante la emisión del programa tuvo la delicadeza de señalar lo evidente: que antes de mirar por Del Bosque ni por ninguno de sus jugadores debería mirarse por la víctima (hablando desde la presunción de inocencia de los implicados, sí, pero también desde la gravedad de una denuncia oficial que no puede ocultarse bajo el escudo). Me gustaría haber hallado consuelo en los mensajes de los televidentes que iban apareciendo en pantalla, y de los cuales sólo uno reprochó la ignominiosa indiferencia hacia esa desconocida de carne y hueso. Pero no. El debate siguió girando en torno a quién debería ocupar la portería, oé, oé, y cómo podría afectar la noticia al juego del equipo, oé, oé.

Para mí, ya ve, se acabó la Eurocopa antes de empezar. No me interesa esta Selección donde se seleccionan los principios y la dignidad según caigan dentro o fuera del vestuario, ni quiero ser hincha de esto, ni celebraré ninguna victoria al precio de semejante derrota.

Me he lavado la cara, oé, oé, pero no me lavo las manos. En este juego no entro.

Como siempre deudor de usted, le saluda el inquilino de:

c/ El Médico de los Corderos, nº 8 (semisótano).

Puerto del Rosario.







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Cartas al cartero. Ranas

Ranas

POR: PACO SANTOS

 Mi insobornable amigo:

Hete aquí que el otro día, oyendo a un petulante ante un micrófono (momentos previos a una rueda de prensa), que se dirigía a los periodistas con el saludo“ ¿estamos todos y todas?”, mi paciencia acabó de agotarse.

No se me escapa que el susodicho, a buen seguro, debe mirarse complacido ante el espejo/espeja, convencido de que su desmasculinizado o despatriarcalizado o como se quiera modo de expresarse contribuye de forma ejemplar a la lucha contra la orientación machista implícita en el lenguaje.

Me gustaría hacer algunas puntualizaciones a ese (y a otros) boy scout del género:
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